El primer hotel boutique, reconocido como tal en el mundo, es el Hotel Blakes en Londres.
Creado en 1978 por la famosa diseñadora Anouska Hempel, con la intención de introducir algo completamente nuevo y radical en la escena hotelera. Europa (y casi todo el resto del mundo) estaba dominado ya por las cadenas hoteleras, y el Hotel Blakes llegó a romper con los esquemas. Sin mínimo de cuartos, sin habitaciones idénticas, con temas frescos y nuevos. El hotel boutique llegó a romper con todo lo que era conocido como "necesario" en un hotel considerado chic.
Las cadenas hoteleras no tomaron en serio esta nueva tendencia, pero poco a poco lo original empezó a ganarse un lugar en la hotelería. Y en 1984, el famoso dueño del Studio 54, abre las puertas del Hotel Morgans en Nueva York.
Con la ayuda de sus ya famosas Relaciones Públicas, convirtió el lugar en un hit.
¿Qué hace tan diferentes a estos hoteles? Un diseño moderno montado en un edificio antiguo. Una personalidad propia, que no se puede encontrar en ningún otro hotel del mundo. Un servicio sin igual, y al mismo tiempo, carente de reglas establecidas previamente, sólo las que el hotel elige para sí mismo.
Algunos (no muchos) años después, las cadenas hoteleras se ponen celosas y deciden contraatacar. Surgen los hoteles "lifestyle". Nuevos, elegantes, con diseño... pertenecen a una cadena, respetan las reglas de la misma, y francamente poco originales entre los hoteles de la misma marca. Reto a quien sea a entrar a tres hoteles W y no reconocer la marca al entrar al tercero.
Parte de la estrategia de los lifestyle, es desprestigiar a los boutique, atacando la falta de estándares de calidad y las carencias que pueden tener frente a ellos. Soy de la idea de mientras más, mejor. Pero cuando leo críticas hacia los hoteles boutique, queriendo compararlos y ponerlos a competir contra los lifestyle, pienso en comparar a un Pollock con una ilustración para colorear.
Creado en 1978 por la famosa diseñadora Anouska Hempel, con la intención de introducir algo completamente nuevo y radical en la escena hotelera. Europa (y casi todo el resto del mundo) estaba dominado ya por las cadenas hoteleras, y el Hotel Blakes llegó a romper con los esquemas. Sin mínimo de cuartos, sin habitaciones idénticas, con temas frescos y nuevos. El hotel boutique llegó a romper con todo lo que era conocido como "necesario" en un hotel considerado chic.
Las cadenas hoteleras no tomaron en serio esta nueva tendencia, pero poco a poco lo original empezó a ganarse un lugar en la hotelería. Y en 1984, el famoso dueño del Studio 54, abre las puertas del Hotel Morgans en Nueva York.
Con la ayuda de sus ya famosas Relaciones Públicas, convirtió el lugar en un hit.
¿Qué hace tan diferentes a estos hoteles? Un diseño moderno montado en un edificio antiguo. Una personalidad propia, que no se puede encontrar en ningún otro hotel del mundo. Un servicio sin igual, y al mismo tiempo, carente de reglas establecidas previamente, sólo las que el hotel elige para sí mismo.
Algunos (no muchos) años después, las cadenas hoteleras se ponen celosas y deciden contraatacar. Surgen los hoteles "lifestyle". Nuevos, elegantes, con diseño... pertenecen a una cadena, respetan las reglas de la misma, y francamente poco originales entre los hoteles de la misma marca. Reto a quien sea a entrar a tres hoteles W y no reconocer la marca al entrar al tercero.
Uno,
dos,
tres.
Parte de la estrategia de los lifestyle, es desprestigiar a los boutique, atacando la falta de estándares de calidad y las carencias que pueden tener frente a ellos. Soy de la idea de mientras más, mejor. Pero cuando leo críticas hacia los hoteles boutique, queriendo compararlos y ponerlos a competir contra los lifestyle, pienso en comparar a un Pollock con una ilustración para colorear.
VS.
Existe mercado para ambos, no es necesario meterlos en la misma categoría. Mucho menos sugerir que los lifestyle deberían sustituir a los boutique. Y si alguien se atreviera a desaparecer los hoteles boutique de este mundo, personas como yo extrañaríamos cosas como esta:
Esto sucede en San Miguel de Allende, en el Hotel Matilda y nada más. ¿Por qué privar al mundo de este tipo de placeres? O aún peor, ¿por qué transformar todas las cocinas de los hoteles para que sea igual a ésta? Mientras más opciones, mejor. Los hoteles boutique son un espacio libre para crear y atender al huésped con una experiencia completamente distinta. Si suficientes personas disfrutan este espacio, sobrevivirá, de lo contrario, no será necesario atacarlos con grandes corporativos.
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