Antes que mi dos lectores se rían con ternura de su hija hippie que sueña con un mundo feliz. Empiezo esta entrada con: los hoteles boutique son, antes que nada, negocios. Sin una entrada constante de dinero, cualquier negocio muere. Y el caso de los hoteles boutique no es la excepción.
Chip Conley es un empresario, dueño de la cadena Joie de Vivre. Nace en 1987 en San Francisco, bajo la visión de "crear alegría para huéspedes y empleados". En esta conferencia, Conley habla sobre la felicidad de las personas y su relación directa con ingresos. Debo admitir que soy su fan.
No es el primero en hablar del tema, y sin duda no es el único en utilizar esta filosofía en sus empresas para convertirlas en éxitos. ¿Por qué es relevante en este fragmento del blog? Porque debería de ser una de las características obligatorias de los hoteles boutique... al menos esa es mi humilde opinión.
Los hoteles boutique son pequeños. Por lo tanto, implementar este tipo de estrategia resultará más sencillo que para un resort de 300 habitaciones. Como dueño o gerente de un hotel boutique, es más fácil estar al tanto del bienestar emocional (y económico) de su personal. Las juntas grupales e individuales periódicas, la retroalimentación, la comunicación proactiva, es mucho más realista en este tipo de hotel que en la mayoría de los demás.
Los resultados: ingresos y clientes leales. La industria hotelera (como la restaurantera) es uno de los segmentos que más dependen de su personal para que el cliente esté satisfecho. Están en constante contacto con el cliente, y en todo momento actúan en nombre del hotel. Un empleado feliz, tratará al huésped a la altura que el hotel espera. Y muy posiblemente, el huésped creará empatía con él, sintiéndose en confianza, en casa.
Punto a favor para los hoteles boutique, contra para las grandes cadenas hoteleras.
Me encanta tu forma de escribir :)
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